Y no es nostalgia, es ...
Ilustración: 'El beso', creación de Gustav Klimt.
Cotidianidad alterada.
Hoy estuvimos en Emergencias, Alvar y yo. Todo pasó rápido, felizmente, y salimos de allí con medicinas, él con su pie vendado, galletas de coco, los dos en una conversa suave, yo con un sueño tremendo. Luego, en casa, me puse a cocinar algo ligero y rico. Y recordé que ya no podía escuchar la radio del puerto, y eso me apenó. Se arreglará en estos días, otra vez tendré que buscar otro alojamiento, porque la cantidad de visitantes ha excedido el límite admitido. Notificación de Angel fire y silencio temporal en puerto asterix. Ahora sólo queda la música de las palabras y de los cd's que ponga en el equipo. Una tristeza chiquita, personal.
Me puse a mirar la foto de Natalie Portman, y recordé cómo se peleaban dos chicas el otro día en la entrada de una tienda, por la calle capón, en pleno barrio chino. Como es la sinuosidad de los recuerdos, no sé cómo de Natalie, me fui a estas chicas. Una de ellas, alta con el cabello rojo, el que se le ve armónico con su tono de piel. La otra chica llevaba unos cabellos también rojizos, los que se estaban convirtiendo en un fucsia nada agradable. Eso me llamó la atención, unido al hecho de que la del cabello rojo-rojo increpaba a la otra se le ocurriera comprarse un vestido parecido al de ella. (Otra vez los vestidos y las querellas por ellos ...) Esa conversación -que ya era a gritos- me fastidió. De pronto recordé lo que he visto entre mujeres, desde que tengo el llamado 'uso de la razón'. Yo misma, a mis 16 años, creyendo en el cuento de la belleza, de los vestidos, del gozo por ser admiradas por los chicos. Lo que sí no me atraía y lo expuse para evitar las buenas intenciones, fue ser la protagonista de una fiesta de quince años, con sus lucecitas, su vestido primoroso y su discurso de orden. Desde allí creo, fui forjando lo que es 'ser enérgica': cada inconformidad bien expresada o el intento de hacer estallar las mentirillas y sus derivados, las mentirotas. Sin embargo, no sabía de las grandes mentiras, no había leído a Cioran y era inocente como un animal. Un animal de hábitos.
¿Quién es Emile Cioran? . ¿Ah, y debo sustentar quién es? Sólo diré que es un iconoclasta,
(los que lo conocen saben de qué hablo...) alguien que escribía como si detonase las verdades consagradas, los anhelos rosas, aquel sentido de la vida en el que unos se sienten satisfechos de sus vidas, de sus pequeños y grandes logros, de sus pequeñas dichas. Oh, buen burgués.
Buenos ciudadanos y ciudadanas en pos de la sociedad civil elevada, buenos militares henchidos de amor patriótico.
Y mi mente iba cien por cien, pensé en todos los soldados del mundo, en diferentes trincheras, con sus armas ultramodernas, disparando a muchos metros, contra un camión de civiles desarmados (lo que se vio en un video pasado como en radiografía hace dos años en internet), pensé en el peruano con los pulmones reventados, en las mujeres con sus niños corriendo entre balas, como parte de su vida, de su día a día. Y sé que nada hago, nada resuelvo, que muchos lo han dicho, que siempre se dice, que se sabe, que se siente y yo estoy aquí frente a la comput, sabiendo que los soldados, unos chicos que fueron niños, niños como mi hijo, -mi hijo es niño como ellos fueron- se van a las guerras que otros desatan y mantienen. Se enferman, se vuelven violentos de una manera criminal, joden y sus víctimas quisieran joderlos de la misma manera, pero les falta poder para hacerlo. (Otra vez el poder con su maldición). Y aquel sentido del honor del que se hablaba en las primeras conflagraciones, ni siquiera existe, es como una gran sombra desapareciendo, es nada.
Y en todo eso pensé y me dieron unas ganas de poguear, y me faltaba espacio, tiempo, me faltaba salir de mí misma. Encontrar a mi cuerpo con mis palabras, en el ritmo que sintoniza lo sentido y lo deseado.
Hoy no bailé.
¿Te ha sucedido que alguna vez te sientes triste, triste porque sabes que algo te está marcando y no sabes qué es? sabes que alguien que querías ya no te quiere, y que todo es una mierda, pues no sabes por qué. Sabes qué alguna vez heriste a alguien, mas sabes que jamás lo hiciste adrede. Sabes que te hirieron con saña y que te enojaste estúpidamente. Y redoblas tu percepción, todo lo que está dentro de ti se vuelve marea y remolino, paisaje y oración, blasfemia y beso, ritmo y filo, calle y ojos. Es como sentir la vibración del cuerpo descubriendo las verdades, cortando de tajo la maleza/pensamiento y sabes que todo es un inicio.
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Voy a ver otra vez 'El discreto encanto de la burguesía' de Luis Buñuel. Ah, primeramente a Travis. Y a Jodie Foster en las calles de una ciudad violenta. Travis, los burgueses, sus elegancias, ¿lo fashion?.
Viene a mi mente,
Sophie Calle, ironizando sobre lo 'fashion'. Qué maravilla.
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Mujeres que aman a otra mujeres.
Durante algún tiempo, pensé que si una mujer tenía una conducta masculina y amaba a otra como en un rol masculino, ese amor era impostado. Siempre me alejaba de las mujeres que amaban a otras. Quiero recordar , aunque no sea exactamente, por qué cambió mi visión. Si desde niña, fui educada para ver con espanto y desdén a los que se aman o gustan siendo del mismo sexo. Cual colegiala sermoneada por monjas oras severas, ora sonrientes -'las modernas'-, era la chica que intuía que esta monserga no encajaba con el discurso amoroso de un Jesús acogiendo a Magdalena. Que en el nuevo testamento, que yo recuerde no se habla de hombres y mujeres 'diferentes', como si en el antiguo, donde son estigmatizados y señalados como los responsables del diluvio universal. He aquí un argumento central para una película que de alguna manera ya trató Pasolini. Inevitable el paréntesis cinema.
Sigo. Si desde niña fui inoculada por el virus de la peste/pensamiento, encontrar el antídoto, fue como hallar un tesoro, al que se recibe ignorando que es tal. Fueron mi amigos los actores, siempre en dinamismo, fueron mis amigas, aquellas actrices juguetonas, los que me dieron el tesoro/el antídoto. La revelación fue interiorizada paulatinamente, sin hosquedad ni imposición alguna. Es más, ellos ni siquiera sabían que me daban el antídoto. Fue una revelación y una asunción de ésta, en un proceso que tenía mucho de inocente y de lúdico. El cuerpo inició la suspensión, el empuje y el juego.Y el cuestionamiento vino como un movimiento del espíritu. La vitalidad se había transformado, se rehacía, abandonaba la fragmentación.
Algo así como un canto de Whitman, la danza de
Pina Bausch, las voces de Zaratustra y mi propio desconcierto desdibujándose, tornándose algo distinto, completamente distinto a lo que había sido, a lo que en tránsito fue. Si antes de conocer la corporalidad/horizonte ya caminaba por toda la ciudad, ahora caminaba más y cada travesía era para volver a conocer la ciudad, todo era un redescubrimiento, y en cierta forma la fundación de una soberanía. Era saber que la ciudad tiene sus secretos que palpitan en toda ella y que los habitantes de la ciudad hacen el peligro, la soledad, el desamor, la rutina, el horror, la esperanza. Y vi a las mujeres, bellas desde otra mirada, vi a
las madres de los comedores populares*, y si ya sabía cuán valientes eran, supe que eran bellas. Y ahora, sé que los sentimientos, la sensualidad, lo erótico está en cada escena vivida profundamente, en cada ritmo colectivo, en cada ritmo personal. Hay una vitalidad, hay un desgano y una luz. O varias luces, varios caminos, diversidad aún en la desolación . Vitalidad en la imaginación. Aquella insumisión natural como sello del individuo, sea hombre o mujer.
Si dos mujeres se aman o se gustan , nada de eso es extraordinario. Diría que es algo simple, y aunque desconozco cómo es esa belleza, veo su gravitación, y escucho su música. Aprecio.
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Soy mujer, soy ser humano, soy madre. Soy algo compleja, tú lo sabes. Si leyeras este post, sé que sonreirías. Te pondrías tal vez a hacer origamis mientras me recuerdas, mientras te ríes de mis 'tal vez'. Me gustaría que escuches a Keith Jarret y que silbaras como antes, porque esto que parece nostalgia, es tan sólo una forma de quemar la evocación, un happening a solas. Me gustaría que en algún lugar del mundo, hicieras tu propio happening, algo así como un definitivo adiós. ¿Y si acaso ya quemastes todo y yo estoy aquí en una absurda escena, como un personaje de un film de Woody Allen, en el desvarío del loco amor, en la sonzera de cierta tribulación?
Sí, pues, algo cómico al fin, algo para reírse.
Rueda la vida, rueda mi corazón.
* Las madres de los comedores populares: madres organizadas que cocinan en grande ollas, vendiendo almuerzos -'menús'- a precios por debajo del costo comercial. Son subvencionadas por el gobierno, y con pocos recursos hacen 'milagros'. A través de los comedores populares, se alimentan muchos hogares peruanos.