No esperes nada

Pensaba hasta hace poco que si creas algo que alterará de alguna manera las rutinas, la uniformidad, el desaliento, la soledad, merecerías ser reconocido.

Solamente por una introspección bien jodida, me he dado cuenta que es mejor no esperar nada.

Creo que eso se extiende a las relaciones humanas, a los ámbitos efectivos, a todo.

No esperar nada.


Uno tiene afecto por alguien, un afecto creciente, y cree que el otro le corresponde, al menos es afecto lo que uno piensa que existe. Y no es verdad.

Como decía la canción de Manu Chao, la verdad es mentira.

Por caminos sinuosos se larga lo que uno creía acerca de los afectos.

Tal vez los hijos, son los únicos puentes afectivos reales. Hijos físicos, hijos creaciones intelectuales, hijos de la imaginación.

Y aún así, es mejor no esperar afectos correspondidos. Creo que es terrible esta verdad. Tal vez tiene que ver con la independencia o el extremo egoísmo.

No sé, exactamente no sé.

Por ejemplo, yo. No fui a saludar a mi entrañable amigo, no fui a su velada de cumpleaños y él me dijo que me extrañó. Le escribí un mail, escribí por ello un post. Lo que a él le importaba era verme en aquella reunión y lo demás son justificaciones que no cambiarán mi ausencia aquella noche por más que palabras.

Un hijo libro nunca me dará un abrazo. Es un objeto, un producto intelectual. Me gratificará por su sola existencia, porque salió íntegramente como lo creé y será un puente invisible con los lectores que no conoceré.

El bólido tiempo se lleva nuestros afectos, y a veces tenemos, incluso que escoger entre unos y otros y eso es cruel. Yo quería cuidar a Doria siempre. Y los siempres no funcionan.

Para ver a mi niño cumpliendo las tareas -tareas, engorrosas tareas escolares-, para ver su ajedrez, para abrazarle más que una vez al día (y a veces las prisas hacían que los abrazos fueran cambiados por un "chao Alvar") tuve que dejar el cuidado de la bebita que tanto quiero. Mi muy querida Doria.

Así tenemos que elegir a veces en la vida y siento que eso es cruel.

Sentir, pensar, racionalizar y sentir otra vez.


Y no esperar nada, eso, no esperar nada, es lo que he comprendido, es la decisión más dura.

Habrá que agitar las corazas y ponerse una un día, luego sacar la otra y otra, que serán más recias cada vez.


Sólo que intentaré no tornar mi mirada en una dura mirada. Y seguiré queriendo a los que quiero. ¿Por qué escatimar mi afecto si esa soy yo, alguien que ama?

El amor como una contraurgencia. Sin esperar nada.

La alegría viene con el movImiento creador, la mirada, la voz de mi niño, los amigos. Hasta donde sea posible, maquínica amorous.

Liric y praxis.



Y además vengo aquí, y al otro lado están ustedes. Aunque ya sé, no hay que esperar nada.