24.8.06

Laberíntica tarde

Revolví papeles, clasifiqué notas, demasiado papel. Fui a poner otra cabecera para el blog. Desapareció la cabecera. Me fui a limpiar la cocina, volví hacia la compu. Desbarajuste total: pequeño drama. El celular sonó y escuché la voz de alguien que simulaba ser un viejito: me dijo frases obscenas y cortó. Ni tuve tiempo para replicarle con una enviada a la gran M. Luego me dije que para qué el desgaste de energías y me puse a elucubrar sobre cómo sabía mi número personal, el tal pseudo viejito.

Me dediqué un rato a limpiar el dormitorio de Al y después en la compu, escogí una imagen para este post, de Roland Sue (eso es lo que señala la fuente mas ya sé que es falible y que podría ser una autora, mas no, no creo que sea Rolanda Sue. Es Roland).

Me quedé mirando la imagen que ilustra este post. Ya eran las cinco y media de la tarde y mi niño seguía en su taller de inglés. Troné un instante. Me fastidié.

Tarareé una canción de cuna, recordé a Doria, sonreí. Me fui a cocinar. Tocaron el timbre, vi a una señora demasiado pelirroja hablándome de Dios y el Atalaya, la condena a los descreídos y a los soberbios. Sonreí. Ella preguntó que por qué me burlaba de lo que decía, yo le contesté que no era precisamente burla y sonreí otra vez. La señora me miró sin la paciencia de Job, refunfuñó y se fue exclamando: "Oh, Jehová, protégeme".

Recordé que Hilda me envió una invitación y que no podré ir, porque se cruza con otra actividad. Ahora refunfuñé yo. La vida es tan limitada, a veces. Los laberintos son demasiado ordinarios por ratos, y luego, pienso que no, que me gustaría que venga el cartero. Se podría decir que amo a los carteros, porque suelen traerme cartas amables que llegan espaciadamente, como si la vida durara siglos.

Quise comer un pepino

no había ni uno solo para encurtir

quise trasnformarme en una maga

me faltó la varita mágica

quise imaginarme en la Plaza Roja, cruzando hacia el Palacio del Kremlin

sentí que me mareaba

quise ver a L entrando por la ventana, con alas verdes, risueña, diciendo hoooolaa con su voz ronca

me vi sola en medio de la casa con la plancha en las manos y el olor a naranjas y canela en el comedor


qué tarde laberíntica, qué ganas de cantar algo extravagante, ponerle letra a una polonesa, nada que se relacione con la vida militar, si no algo sobre el mar, las medusas, los monstruos amables,
Doria y Al.




Ilustración: Roland Sue.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Ja ja, conozco otras señoras como la de tu post, no son pelirrojas, pero sí bastante pesaditas con sus insistencias religiosas.

Vir&, en el portal de perublogs, nunca se te ve en el post que sale arriba, y apenas si se ve tu post fresquito, un ratín en los personales. Para saber de ti voy a blogsperu. ¿Te lo estoy diciendo por segunda vez? disculpa, pero es raro.

Yo vengo de tomar mi cafecito con pay. Te saco cachita :)

Abracito con sonrisa.

Rain (Virginia M.T.) dijo...

Esas cosas de los rankings y demás... en fin.

:) gracias por la inquietud.
aunque no creas, ahora quiero una cerveza negra, nada más. Mas, paso.

tzarel dijo...

La imagen de una mujer alada que entra por la ventana es hermosa. No romperá el techo como el ángel de la serie televisiva. Es posible que mute en hada o maga, eso querría verlo.
:)

Unknown dijo...

Espero que puedas aceptar una Guiness en un bar de Dublin.

Anónimo dijo...

También me gustaría verlo, Tzarel. Levitaría.




***


Ludovico, claro, y brindaríamos por los disoes traviesos de la imaginek.
:)