Buscaba algo recio, como a veces lo necesito y llena mi elán vital. Una canción de Rammstein, por ejemplo. Y encontré en blanco y negro, una canción dulce. O agridulce que es lo que prefiero, algo que me cante un amor cinemático. Exactamente eso.
Y que las palabras que nazcan, sean distintas para decir que se ama algo y que besos no te envío, ni poemillas sobre la luna y delirios, oh niet, elegancia fácil.
Por eso quisiera enamorarme de nuevo y es un deseo dadá. No hay seres agridulces, o bien son secos y recios, o bien dulces y demasiado dulces. Parece que esta sociedad quebrantada y quebrantadora ha polarizado las relaciones humanas, los sentimientos y la belleza. Todo es tan vacuo, tan cursi o tan duro que ya no se sabe a dónde ir. Basta oír a alguien cuya vanidad es la del que denosta contra otros a diestra y siniestra, para que se me revuelva el estómago y plaaaff, es la debacle lírica porque todo se acumula y quiero irme de la ciudad por un tiempo. Y no es posible. Irme con mi niño y dejar de oír los noticieros, desconectarme del mundo y su gran mierda. Y no es posible.
Así que a manera de una pitonisa errática, me adivino el futuro y el futuro está aquí.
Me quedo escuchando la canción agridulce, extraño a Doria, caliento mi mate, hojeo un libro, cuido la rosa de papel, escribo unas líneas extrañas en mi cuaderno rojo y negro y me voy.
Y que las palabras que nazcan, sean distintas para decir que se ama algo y que besos no te envío, ni poemillas sobre la luna y delirios, oh niet, elegancia fácil.
Por eso quisiera enamorarme de nuevo y es un deseo dadá. No hay seres agridulces, o bien son secos y recios, o bien dulces y demasiado dulces. Parece que esta sociedad quebrantada y quebrantadora ha polarizado las relaciones humanas, los sentimientos y la belleza. Todo es tan vacuo, tan cursi o tan duro que ya no se sabe a dónde ir. Basta oír a alguien cuya vanidad es la del que denosta contra otros a diestra y siniestra, para que se me revuelva el estómago y plaaaff, es la debacle lírica porque todo se acumula y quiero irme de la ciudad por un tiempo. Y no es posible. Irme con mi niño y dejar de oír los noticieros, desconectarme del mundo y su gran mierda. Y no es posible.
Así que a manera de una pitonisa errática, me adivino el futuro y el futuro está aquí.
Me quedo escuchando la canción agridulce, extraño a Doria, caliento mi mate, hojeo un libro, cuido la rosa de papel, escribo unas líneas extrañas en mi cuaderno rojo y negro y me voy.
3 comentarios:
Por eso mi querida Vir, siempre te ando diciendo que las mejores canciones terribles son las que no nos dicen nada o las que nos dicen todo.
He llegado a la conclusión de que soy un cursi irredento y decírtelo a ti no me llena ni de pena ni de congoja, ni tampoco me exorciza.
Son como esas confesiones que se antojan a la mitad de la noche cuando ya la madrugada está empujando.
Qué música podré recomendarte mujer que brilla en la oscuridad???
No lo sé, pero entiendo lo de enamorarse, y sí, no hay nada como eso, así casi toda la música suena igual.
Te mando un abrazo con un papalote, y un beso en blanco y negro.
¿Usted cree CE?
irredento suena a rebelde, de alguna manera suena a eso. Así que lo cursi queda en segundo plano , opacado por lo irredento y demás perlas.
En fin...., además le digo que no me suena la música igual, y no sigo, no es que me guste estar contradiciendo a la gente tierna...
Abracito.
http://terroragridulce.blogspot.com
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