Iluminados

Las chicas 'fashion' solían gritar ¡poooobreee! a Jenny en el colegio. Allí entre los camarotes, cuando se iniciaba el día en la enorme sala del internado, mientras las monjas se hacían las sordas y todo seguía igual. Las clásicas palabras para desdeñar a otros, las he escuchado aquí y allá. Siempre las mismas, clichés, especulativas, con su cuota de veneno, siempre.
La profesora de Geografía inició aquella vez la clase con sus habituales comentarios sobre
los países vecinos. Creo que estaba algo afectada mentalmente por prejuicios nacionalistas donde mezclaba coordenadas geográficas con un racismo sui géneris. Y esa vez se enfocó en Patricia, la bella Patty.

¿Dónde
estas
Patty, suave y tímida Patty?

El primer acto del que me enorgullecí conscientemente fue ese: con mi voz de chica de trece años, pregunté a la profesora, por qué criticaba tanto a los argentinos y chilenos por guerras que ya pasaron? Patricia era argentina y su carita estaba roja roja, mientras la profesora hablaba de argentinos y chilenos terribles.

Patty, llorabas silenciosamente. Eras tímida . Más que yo.
Sé que hoy ya no lo eres, dulce Patty.

Mi primera desobediencia: contestar a la profesora que era demasiado, escucharla una y otra vez
en sus coléricas expresiones. Sin mencionar a Patty, claro, para no indisponerla con la profesora, más de lo que estaba , así porque sí.
'¡ Al patio!" y fui al centro del patio, a estar parada por mi insolencia.
Ni triunfante o avergonzada, parada yo como un palito humano, mirando tus ojos amables, Patty.
Mi padre nunca se enteró de este castigo, porque estuvo una temporada, viajando. Aunque me habría sonreído y con sus rugosas manos me habría acariciado la cara. Él era justiciero.
Cuando Patty se fue a Argentina en vacaciones, me envió postales que se extraviaron en el bólido tiempo. Sus letras en zig zag decían que era feliz mirando cataratas y disfrutando paseos largo en su ciudad. Yo recordaba sus cabellos claros que parecían rubios al sol y me alegraba de que un chico se hubiera enamorado de ella e imaginaba las escenas entre ellos como si se tratara de una película donde Patty se parecía a Ingrid Bergman, por sus gestos y su sonrisa.

Escuchando 'La chica de ayer', en esta radioblog, volví a ver a Patty, alta, castaña, amable.
El chico le cantaba y ella jugaba en el jardín y en las noches le amaba escuchando a su lado, hermosas canciones, mientras la Luna platinaba su rostro al borde la ventana.

¿Dónde estás Patty?

***

Iluminados.

Decía que gracias a la locura no soy prodigiosa. Y gracias a la locura, reconozco la diferencia entre un extravío y una febrilidad.
Mi locura desentona en los tratados psiquiátricos. Simplemente, porque es la locura del inconformista. Así que no te inquietes por mí en absoluto, niño mío. Eso le dije a Al cuando me preguntó por qué escribí que amo estar loca. Y nos enfrascamos en una conversa sobre las exageraciones irónicas y demás . Nos quedamos mirando los bigotes engominados de Dalí en ese afiche en blanco y negro y reímos mucho.
No es mi intención ofender a alguien, en una nota a lo 'arremete y ofende'. Y rencorosa no soy, creo que a veces debería serlo. Y nada. Prodigiosa no soy, felizmente, desdichadamente, graciosamente, extrañamente, prodigiosa no soy. ¡Pooobreee yo!.

***

Hoy di un salto de alegría. Cuando leo posts como éstos, pienso en los iluminados, Será tal vez una chica, o un chico, el que escribe, no lo sé. Tan sólo sé que escribe como un iluminado.

***

Álvaro, vi tu cara, hoy, cuando pedaleaba mi bici, mirando las calles de la ciudad, emergiendo en escenas de tráfago y smog. Entre los árboles y las pistas, la gente y el cielo, te vi.

Ilustración: 'Iluminados' de Antonio Belmonte.