Bonitos

"¿A quién le importa lo que yo haga?
¿A quién le importa lo que yo diga?"

Alaska y Dinarama.

Escribía este post y apreté erradamente una tecla y se fue todo. Así como a veces se va alguna ilusión de pronto cuando todo parecía ir de maravillas. Recordaba a las chicas bonitas de mi colegio. Y a Patty en especial. Tímida ella, tímida yo.

Mi padre había muerto y ya nada era igual. Alguna vez lo conté.

Si lo que cuento suena a que busco dar pena, lo siento, deben irse del puerto y no volver, porque no comprenden nada de nada si acaso ya han recorrido lo que escribo hace un buen tiempo. Y si recién llegan aquí y algo de eso, se les pasa por la cabeza, si se dan unos minutines, lean otros posts y conozcánme.

Hey, no me juzguen. Escribo por necesidad.
Tal vez la alteración de mi ánimo, procede de los pasados avatares y de esa desolaciòn subterránea...

Breve fue el flashback. Vuelvo al presente.

Siempre me causaron risa las novelas mexicanas que en las escenas dramáticas, muestran a sus protagonistas en una tiesura profundísima, cuando sufren y es que no se despeinaban ni arrugaban el rostro y si lo arrugaban era cuidadosamente, era una tiesura tremenda. Así que las novelas brasileñas me atrajeron y deleitaron con sus personajes. Bonitos. Un Brasil limpio. Hasta que aparecieron las zonas más pobres, mas que yo recuerde, favelas no. Eso sí que no tenía nada de bonito para exhibirlo.
Bonitos. Bonitas. Mis primeras impresiones sobre lo bonito, fueron en el colegio. Las bonitas no eran precisamente las más generosas. Patty, la terrible Mariela, y Cecilia eran bonitas mas no muy ruidosas como para ser populares, y yo no era bonita, era demasiado flaca, algo hosca, sì, defintivamente no era bonita.

Aprendí en el colegio, a protegerme en la soledad de los domingos sin visitas.A soñar con volar por el planeta, en un globo aerostático como en una novela de Julio Verne.

Pasó el tiempo. Aprendí que los bonitos sufren sobretodo si son pobres. Porque si son ricos, les quedan los viajes, el dinero para hacer lo que quieran. Siempre el dinero que divide a la gente y la aliena.
Aprendí que las lágrimas de los bonitos no son diferentes a las de los horribles o de los que simplemente no son bonitos. Y me encantó el glamour de las actrices, esa elegancia que vibra en los detalles y que no es exclusividad de los bonitos o de los feos.

Hubo un tiempo en el que creí ser desabrida con mi extrema delgadez y mi cara sin la tersura de las bellezas renacentistas. Hasta que alguien me miró enamorado y la chiquita que era yo saltó de alegría y se sintió bonita.

Y de pronto, un día supe que no era una obligación ser bonita. Y que no tenía que ser bonita para otros, bonita para cautivar a otros. Supe que la juventud se iría algún día y que me quedaría sola.
Supe que la tiesura de las telenovelas mexicanas no era para mí, jamás de los jamases. La tiesura por el sufrimiento de no ser hermosa.
Y por eso creo que aquello a lo que se nombra como 'Amor', es algo bello y no bonito, que es diferente, aunque parezca igual.

El bello instante del amor en su eternidad quedó prendido en mi pupila. Y aunque no sea hermosa, cuando alguien me ama, soy bella.
Mientras que eso sea posible, la vida tiene sentido y luego en la vejez, será la música, sólo la música y el cine lo que me protejan del desamor.

Foto: Antonio Banderas . (Tomada de Google).