El perdón

A veces pienso y pienso en el perdón. Lo que voy a contar ahora puede sonar terrible, melodramático, nada del otro mundo, impúdico, cargante, triste o real como una película algo opaca que sólo ven por segunda vez los que quieren descubrir algún detalle que se les escapó.

Por lo que contaré, prefiero no ser una blogueadora, digamos 'pública' cien por ciento. Oh, ¿me comprenderán?

Mi madre me abandonó -alguna vez escribí en un post que no la conocí- cuando era una bebé de 2 meses, según me contaron. Hecho no demasiado común, más si existente en un país como Perú, donde la pobreza empuja a muchas mujeres a realizarse abortos en condiciones insalubres, peligrosas. Y sino abandonan a sus bebés o se quedan con ellos, y los aman en medio de las carencias extremas y el desamor, porque generalmente las han abandonado o engañado, o en el peor de los casos, las han ultrajado.

Cuando yo era niña, sabía que mi madre me había dejado, aunque nadie me lo decía claramente hasta los 14 años. Y no sé, prefería vivir en esa nebulosa, creyendo que tal vez mi madre aparecería un día y querría llevarme. Y sentía al mismo tiempo rabia porque el tiempo pasaba y mi madre no venía. Mi padre ya se había ido físicamente para siempre y no había amor en realidad en mi vida, sólo ilusión. Así que cuando supe que antes de realizarse la adopción, la buscaron y le notificaron que 'ya no sería su hija' sino se acercaba a impedir que me adopten, una desesperanza total me invadió y extrañé como nunca a mi padre y comenzé a leer más y más, ya no historietas, sino aquellas novelas de Agatha Cristhie y luego vinieron Marx, Engels, Lenin. Sólo cuando llegó Nietzsche, supe que debía hacer un stop.

Desde entonces al enamorarme, fui diferente.
¿Cómo es posible que se opere una trasnformación en tantos ámbitos de la existencia cpor leer unos cuantos libros?

Es que eran, son, libros dinamita.


Volví a pensar en mi madre, y me dio una infinita tristeza su adolescencia truncada, el que mi padre no aceptara ser mi padre y no me reconociera e inclusive una duda se apoderó de mí: mi abuelo me había adoptado, ¿y si la había presionado como luego me dijo una hermana que me buscó cuando yo era una chiquilla inquieta y tímida?
Mi papá entonces, no era tan bueno como yo pensaba, porque me había apartado de mi madre, para no perderme.
No, mi padre no era mezquino y podía equivocarse como cualquiera mas no era mezquino.

Mi madre salió del país, eso me contó mi hermana, que un día tocó la puerta sorprendiendo a mis tíos y a mí. Fue una hecatombe emocional

Mas nunca vi a mi madre y dicen que está muerta en un país lejano.
Y yo sólo quisiera tener una fotografía suya. Nada más.

Yo sabía que hace tiempo la había perdonado, y me pregunté si acaso tenía que perdonarla. Tal vez ella, casi niña, sabía que no me podía amar en medio de la más absoluta soledad. Tal vez su abandono fue el más grande acto de amor.

A veces se perdona y no hay ofensa o herida qué perdonar.

Y siento como si una termodinámica de los sentimientos me permitiera verlos: entre el calor y las energías de mis actos.

Por eso cuando pienso en mis orígenes, sólo alcanzo a sentir a la ciudad como mi madre y soy extrema en mi relación con ella, que cuando grita, me convoca a escrbirle y a decirle : hey madre, no te alborotes tanto.

Pedir perdón o ser perdonada ¿qué es? ¿si hacen daño a alguien que uno ama, perdonarías a aquel?
¿Cómo saber que te piden perdón sinceramente y que no te están haciendo la escenita emotiva y nada más?

¿Si matan a un ser querido y lo descuartizan para enterrarlo en una fosa común
y luego los asesinos solo se defienden y nunca piden perdón? ¿qué hacer?

A veces he pensado que si algo así me pasara, querría matar al asesino y que no me importaría pasar el resto de mi vida en la cárcel por ese crimen, porque ni siquiera me parecería tal, sino uh acto de justicia.

Intentando ser uno de esos seres que han perdido a sus hijos en el tiempo de la guerra, he cerrado los ojos, respirado hondo y he comprendido que ese dolor es incomparable. He comprendido también que ante todo no tengo alma de criminal y que no podría ejecutar al asesino.
¿Sería débil por eso? ¿O al contrario, sería fuerte?

El perdón, o dar la otra mejilla: Ah, Jesús, veo tu corona de espinas y tu cruz.
Luego las imágenes pintadas de tu resurrección. Y una honda compasión me causa tu mirada. Es definitivo, te miro y miro y te digo: Adiós Jesús.