Puerto dorado.
Pintura de Yoshiro Tachibana.
Para Hilda.
(El puerto se puso dorado mientras escribía este post.)
Hilda no imagina que alguien escriba para ella, por su clara sonrisa y su bondad, iluminación en estos tiempos donde lo hermoso está oculto. Cuando la veo, pienso que esas
murallas que nos imponen para separarnos de quienes son distintos a nosotros, son producto de la limitación para situarse, o como diría Guy Debon , para 'estar en la situación'. por ejemplo, si tú, ellos no son creyentes religiosos, ¿acaso deben despreciar a los que sí creen en un ser divino? ¿cómo te sitúas en este mundo, en esta sociedad con respecto a los creyentes si no eres creyente? .
Veo la cara de Hilda, el movimiento de sus manos, la expresión de sus ojos, escucho sus palabras: ' la virgen me va a ayudar, sé que la virgen ayudará a mi hijito'. La faz de Hilda es una flor, arquetípica cual oración, mística y urbana. Imposible desdeñarla, o mirarla con conmiseración, porque Hilda es fuerte y delicada, iluminada y amable.
Nietzsche si estuviera vivo, aceptaría los cuidados de Hilda, y la contemplaría con cierta extrañeza, con una sonrisa de desconcierto. Y el viejo Cioran sentiría el aletazo de su generosidad como algo inquietante, un misterio, una cercana calidez, esa fé que se eleva y pasa lenta como una sonata de Bach...
Qué siglos venideros dejarán atrás los abismos del pensamiento, la segregación y ese odio
que carcome a los guerreros débiles.... Entretanto vuelvo a mis libros, releo 'De lágrimas y santos' del viejo Emile Cioran presintiendo que otra vez veré su terrible mirada en mis sueños...
2 comentarios:
Un post muy bien iluminado, con Nietzsche y Cioran dos lanzas punzantes, y aclimatado con Bach, muy bueno de verdad. Besotes¡¡
Dicen que Hilda sueña con aves, las que mató Nietzsche, Cioran y Bach. Ahora juega conmigo en Nubeluz.
PD.- Gracias por sus letras.
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