
Hay posts coyunturales, libérrimos, necesarios, como éste. Extraditan al ex-presidente Fujimori (¡deux, fue el presidente del Perú!). La decisión en los tribunales de Chile, está indefectiblemente asumida y ha sonado como un bombazo político. Es ahora una bomba de tiempo. Comienza la cuenta regresiva: cuando pise tierra peruana, el que fuera prófugo durante años pasados a la sombra de la protección del gobierno japonés, no llegará cantando victoria.
La inexistente bonanza económica y la guerra durante el fujimorismo:
Carreteras, colegios, fortalecimiento del servicio de inteligencia, erradicación del terrorismo. Tras todo ello ¿qué había? una infraestructura pobre, una cortina gigantesca tapando lo real, la debacle. Y muertes, muchas muertes, desapariciones, desfalcos, negocios turbios de armas, legislaciones torvas.
Resulta escalofriante en un primer momento, ver aún a gente que clama por el cese de la llamada "persecución política" a Alberto Fujimori. Uno no entiende si no se dan cuenta que AF realmente estuvo implicado en las fechorías de Montesinos o si de veras, apoyan a quien se autodefenestró delegando su confianza en el asesor más corrupto de la historia republicana del Perú. O es todo eso mezclado esperpénticamente.
Personalmente, el que haya pasado los días más duros de mi vida cuando el paquetazo fujimorista asoló las economías de los peruanos, me colocaba de cara a esa nefasta etapa . Solamente la música contrarrestaba la alevosía. Yo, ya no tenía padres ( en el cole la chapa huérfana me había templado y no tener a papá ni a mamá no era un drama) y solía caminar por la ciudad descubriendo qué era estar indocumentada y solitaria. Cierto que fue paradójicamente una fase dorada de existencia, cierto que aprendí lo que nadie me hubiera enseñado si no fuera porque viví la adversidad. Ah, aunque yo no tuve un hijo al que se llevaron para no devolverlo jamás ni fui una perseguida política, tampoco me arrebataron mi derecho a transitar, a menos que los apagones oscurecieran la ciudad y es que nos habíamos acostumbrado a ver Lima de noche sin luz. Es que ese era el problema: acostumbrarse a la estrechez vivencial. O porque se tomaba lo que había y no se veían claramente las posibles salidas.
Vendrá Alberto Fujimori: la palabra venganza en sí ofrece una mirada catártica y a la vez reduce todo a una expresón revanchista. ¿Qué nos queda que no sea la venganza? ¿acaso no será la posibilidad de sanear la memoria afectiva de un país ultrajado?
La llegada de AF motiva un replanteamiento: ¿en realidad un país debe pasar por el ultraje para un posterior limpieza política?
Extraditable. Retumba un eco: extraditable.
Y estamos vivos para actuar y ver lo que sucederá.
Foto tomada de Google.






