¿Quién le habla a Misses Asterix?

Ya no hay ángeles para mí.

En mi vida Sólo hay una angelita y un ángel al que se le muere la inocencia. El destino de la angelita es una ruta a la que asomaré cuando sea posible. Lo demás es camino bifurcado, spleen revuelto, praxis difusa, veneno que eludo entre los zig zags y la intemperancia.

Ya no más ángeles para mí.

Pensaba en que si los recios, se la pasan carajeando entre los pliegues de la memoria, yo tendría que putear en un post, aunque no me nazca hacerlo. Vamos, para darle fuerza al texto y hablar de tachos de basura, chicos que inhalan heroína en las noches, ocultos en sus rincones miserables, adolescentes glamorosas adictas a la belleza que se ve, y la anorexia espiritual de los nenes consumistas que se recuestan turbiamente en sus asientos cómodos, mirando la nada.

Ahora no me nace carajear ni putear.

Ni tampoco me nace jugar con los sentidos, mas quiero hablar.


El texto anterior fue un intento de ser a la orilla de los actos desordenados por distracción.


¿Has visto cómo se escapan las abejas de sus panales, cuando la reina madre es el centro?

Es como si las reinas madres jodieran su entorno con su poder.


Es porque todo poder también repele. Seduce y repele. Es porque la cinemática de la imagen se pierde cuando el poder toma la esfera irracional y la interviene. Los reductos se constriñen y tú te sientes prisionero.


Yo me he sentido presa y he escapado viniendo aquí.


Ah, me he buscado aquí.


Y me encontré.


Armazón de antiesquema mental. Me gustan las alas negras.


Soy una esfera transparente y luego un triángulo isósceles volteado, un cuadrado partido, un círculo roto, el rectángulo fragmentado, y la rosa de los vientos manchada.


Ahora querría beber mirando el mar, beber absenta niet, beber un licor de menta contigo que me recuerdas quién soy.






***




La Dama Satán en su blog me llamó Misses Asterix y a mí me recordó algo que cierta vez soñé: reminiscencias de palabras delineadas enigmáticamente, palabras sin estructurar que aparecían y desaparecían.

La sensación de ser un personaje dentro del personaje, sin dejar de ser yo.

Para que te sientas lejos de la bulla detestable de la ciudad convulsa, elige algo que sea para ti, individualidad que nadie expropia ni domina.


El signo de la utopía del yo trasnmutado poéticamente.


Fundar la propia poética y romperle la boca al sistema social

y también lo digo para que sepas querido que nunca abandoné tus dilemas ni tu música

aunque ya no hablemos, ni salgamos por esas calles solitarias de Jesús María a la medianoche

¿Dime, me has de hablar? hablar y no hablar, silencios y sonidos naturales en conjunción

porque es hora de irse, allá donde podrías encontrarte con un viejo felizmente loco,

para que Emile con su mechón canoso en la frente, sonriera velado por voluntad propia,

develado tú, desvelada yo,

el remordimiento no existe.



Simbiótico amoooooor: ficción y deleite para la hora del sueño,

para reescribir líneas en la cadencia del escepticismo en una mirada/prisma/tono.





***


En la madrugada escribía con el anaranjado de ese café cruzado, a donde fui con Al. Pedimos pay de limón y lo que había era pay de maracuyá. Muy dulce para mi paladar, y eso no nos quitó
el gusto del sillón naranja de cuero suave y la media luz de las lámparas. Habían manzanas en un depósito de madera cubiertas por un vidrio y el frío apenas si se sentía.


Nos reímos.


Nos miramos.


Conversamos.



Un niño y su madre comiendo pay de maracuyá en una noche de invierno en un café con muebles, sillas y mesas anaranjados.


¿Y dime si esta tranquila escena te dice cuán finita es la vida?





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El poema publicado anteriormente queda así:



Público y secreto como un texto peligroso

misterioso y epidérmico

cuando te veo con esos ojos asombrados mirándome, allá en la calle de los árboles altísimos

el más grande elogio de amor es que me mires así lejos del desconcierto de las horas de la nada

el trac trac de la angustia pajarera mientras escuchas 'Sister' con una sonrisa leve

y sacas fotografías en blanco y negro de tu folder viejo,

de tus perpetuas ansias te quitas la camisa, te avientas a la cama y miras el techo, miras la inmensidad

eres la inmensidad

a una distancia luz de las canciones de chicos heridos y de nenas soñadoras te acuerdas de mí

y me enamora tu indiferencia por la mundana escena esa donde ecualizan insoportablemente los sonidos de la ciudad


tendría que venir Licantropunk con su cámara, tendría que venir Tim y borrar mis ojeras,

ahora que rompí el hilo y plaaaaaasss, me quedé al borde del abismo

con agujetas tornasol y un hacha de cartón

parte de una escenografía infantil para solaz de nuestros días peregrinos

eso querría para ser Misses Asterix liberada del tráfago

a las siete de la noche en la avenida Wilson y con olor a gardenia para estar melancólica en la dosis inofensiva

como una dama con briznas y cemento mojado en las manos

para darte un largo beso en la noche fílmica en blanco y negro

mientras Ed Wood asomaría tímidamente con su capa negra y su libreta de apuntes
y yo te querría sin desasosiego al borde de mi ludens perfilado


cazaría la noche, tu noche, mi noche creyendo que siempre te querría

rodando intermitente por ese camino sin cielo estrellado ni arcoiris

oscuro como tú, oscuro como yo.

Sutil el poema amoroso renacería.






***



¿Alguien le habla a Misses Asterix?





Oye Isaac, al final , tenías razón.








Foto tomada de imágenes/ Google.