Tu mail pintó la noche de bermellón

Madrugada , limonada de rosas y dos cigarrillos. Subí a la azotea para fumar en tu honor.

Así que la ciudad se convierte en esencia de pensamientos y canciones reunidas para ti. Las palabras son sanadoras cuando caen como lluvia fresca y toda sombra se difumina y aparece el bermellón en las esquinas y los fantasmas se ponen tristes porque no pueden entrar ni saludar.

Tu mail escrito en el día, antes que llegaras al Metro, me dice que los pájaros que quisieras ver son los de cristal, y de lapizlázuli sobre tu mesa, porque detestas las jaulas. Y también hablas de aquel aperitivo delicioso que probaste en esa inauguración de una muestra fotográfica, donde rostros abismados parecían salir de sus marcos. Fue una experiencia extraña y tú saliste de la galería y fumaste, pensaste en la espuma marina de La Punta y en que esa pintura de Klimt es exacta para el puerto en donde habito. Hay párrafos de tu mail que quisiera reproducir, mas no es lo que quieres tú y entretanto imagino cómo el viento mueve tus cabellos cuando sujetas tus partituras y sonríes al llegar a ese Café. Sacas tu libreta de notas, y escribes algo breve y quiero pensar que otra vez recuerdas a la que está aquí, a miles y miles de kilómetros.

Ahora sólo canto despacito en la madrugada y sonrío.

Las palabras se van, las sensaciones permanecen, el olor de la gardenia que ha nacido esta noche llegó con tu mail.

Sonrío.

Ilustración: Marc Chagall.