- Hola,
¿ por qué escribes otra vez sin darte pausas si dijiste que las necesitabas? eh, sácate esa pelusa rosada de la cara.
- Estoy viendo esta pela de Jarmusch y tú me preguntas cuestiones de la médula peripayita. No me provoca contestar.
- Al menos no chateas con nadie ni te ríes con los jijis que si no me darías dolor de cabeza. Sólo escribes y escribes como si el mundo se fuera a acabar.
- Es que se va a acabar cuando me muera y nunca se sabe.
- Ah, respuesta melodramática con puntito de ironía. Ya terminó el film, salgamos a mirar las estrellas. Te ves radiante con tu polo negro pintado a mano.
- Ja, mientras miramos estrellas, hablemos de política para torturanos. Un poco de masoquismo no viene mal.
- Sólo un poco y después café y cigarrillos, en la nota más sana, como monjes de monasterio que se preparan para jornadas de oculto deleite.
- Ya. Muy sutil de tu parte. Yo seré Sor Hypatia y tú la reencarnación de Giordano Bruno. Adelante.
- Y los alfajores , no los olvides.
- Y el pay de lìmón, sí. Trechet, qué tarde tan nublada. Va a llover. por todos los dioses desconcertados, corramos, que cierra el café Ele y su vida moderna.
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Imagen perteneciente a "Café y cigarrillos", de Jim Jarmusch.